martes, 23 de marzo de 2010

LA CAMPANA DEL MILAGRO DE VELILLA

Quiero agradecer, en primer lugar, a Esther Aniento, su ofrecimiento y luego su paciencia por tener que fotografiar hoja por hoja el libro del que se ha sacado la mayor parte de los datos de esta “historia”.
“Las campanas de Velilla”, que así se titula el libro, es una edición de finales de S. XIX, de la que se conservan muy pocos ejemplares. Por sus características no se puede sacar del fondo bibliográfico en el que se encuentra mediante préstamo personal, y sólo se pudo conseguir fotografiándolo en sala, y aquí es donde intervino Esther con la eficacia que le caracteriza.

INTRODUCCIÓN

Muchos han sido los autores que han tratado sobre esta Campana y todos coinciden en que alcanzó gran renombre y fama por toda España y por todo el mundo. Y es que, según cuenta la tradición, se tocaba en algunas ocasiones por sí misma sin intervenir para nada la mano del hombre.
Antes de construirse la actual torre de la ermita de San Nicolás, había tres pilares al descubierto y entre ellos, dos campanas de parecido tamaño. De la que estaba a la izquierda no se contaba nada, siendo la de la derecha la que se tenía por “milagrosa”.
Su circunferencia era de diez palmos. Al Este y al Oeste tenía dos crucifijos en relieve, y al Norte y al Sur dos cruces. Alrededor de toda ella se leía este verso de la Sibila Cumea: “Christus Rex venit in pace, et Deus homo factus est”.
Como no se tenían noticias ciertas respecto a su origen o su fundición, corrían diversas versiones adornadas todas ellas con tintes maravillosos y fantásticos.
Había en dicha ermita de San Nicolás una pintura que podía ser del tiempo de los godos o incluso más antigua, en la que se representaba la venida de la Campana a Velilla, y cómo numerosas personas de rodillas, adoraban semejante prodigio. Este cuadro era muy venerado por los habitantes del pueblo por ser para ellos una explicación muda de la llegada de un instrumento tan fantástico.
Algunos autores que han escrito sobre este tema, se han aventurado a dar alguna explicación del fenómeno. Así, hay quien asegura que la fundió un perito astrónomo, o que en su fundición se utilizó una de las treinta monedas con las que Judas vendió a Jesucristo. Otros que la mandó fabricar San Paulino de Nola en alguno de los viajes que hizo a España. Hay quien dice que fueron los Reyes Católicos quienes la mandaron colocar en el lugar que estaba o que fue un regalo que se hizo a los monarcas aragoneses para avisarles de su muerte.
Sea como fuere, esta prodigiosa campana no dejó indiferente a nadie, y menos a los reyes españoles de quienes vaticinaba sus desastres e incluso su muerte.
También autores tan ilustres como Quevedo, Argensola y otros, le dedicaron sus versos como más adelante veremos.
En la siguiente entrega daremos un repaso a lo que fue la “Leyenda” de esta campana.

José Miguel Nicolás Zapata

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