LA CAMPANA DE VELILLA
(LA LEYENDA)
Allá por la época de los godos, esta campana llegó sola por el mar hasta el delta del Ebro. Por si esto fuera poco, llevaba dos velas encendidas con ella. Admirados por semejante prodigio, los habitantes de aquellas costas se apresuraban a apropiarse de aquel instrumento, pero la campana se sumergía y desaparecía de su vista.
Comenzó entonces a “caminar” contra corriente por el centro del río, recorriendo así buena parte del curso del Ebro. Cada vez que alguien intentaba capturarla se hundía en las aguas volviendo a aparecer con sus dos velas encendidas. Así continuó hasta llegar a la altura de Velilla de Ebro.
Sus vecinos se apresuraron a cogerla con garfios y otros instrumentos, pensando que el detenerse allí era una señal divina que les autorizaba a hacerlo, pero aún así, la campana se sumergía siempre que lo intentaban. Finalmente, bien por casualidad, o bien por revelación divina, dos doncellas se aproximaron al lugar donde estaba, y al solo contacto de sus manos, la campana se elevó sobre las aguas y se fue a la orilla del río.
Todos se quedaron maravillados al contemplar semejante prodigio, y cayendo a tierra de rodillas, alababan a Dios por enviarles un regalo tan fabuloso. Seguidamente colocaron la campana en la torre de la iglesia de San Nicolás, lugar que vendrá ocupando en lo sucesivo, reverenciándola desde entonces, y tributándole verdadero culto.
Esta leyenda tiene que ver bastante con la escena que se representaba en el cuadro conservado en la ermita de San Nicolás, y que se describió en el número anterior.
Esta campana era agorera, ya que siempre que tocaba por sí sola lo hacía para anunciar calamidades que iban a ocurrir en los reinos de España.
El primer toque del que tenemos noticia, ocurrió con motivo de la entrada de los árabes en nuestro país en el año 714. Se cuenta que tocó durante mucho rato, dando a entender lo duradera que había de ser la dominación del Islam en nuestra patria.
No se debió de encontrar muy cómoda la campana en este ambiente porque enmudeció por varios siglos, y no sería hasta el año 1435 cuando volvería a sonar por sí sola. Este año se encontraba Alfonso V, rey de Aragón, en guerra con la república genovesa, cuando cayó prisionero junto a sus hermanos y algunos señores de la varonía de Quinto a la que pertenecía Velilla, junto a la isla de Ponza. Este desastre fue anunciado por la campana el jueves día 4 de agosto, víspera de la prisión del monarca.
Uno de los toques que más fama cobró en su tiempo, fue el que ocurrió en septiembre de 1485, con motivo del asesinato del primer inquisidor del reino de Aragón, S. Pedro Arbués en Zaragoza. Estando el santo en oración en La Seo, sobre la media noche, unos judíos le propinaron tales heridas, que murió a los dos días. A esa misma hora tocó nuestra campana y lo hizo durante varios días seguidos.
Estos toques se incluyen en la leyenda porque, aunque son muy famosos, no están documentados por testigos oculares que confirmen el suceso.
En el próximo capítulo se contarán varios toques, que según la tradición, realizó esta campana en los años sucesivos.
José Miguel Nicolás Zapata
jueves, 25 de marzo de 2010
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